domingo, 14 de octubre de 2007

¡ Qué vecinos!


Vecinos, esos extraños seres. Cuando me mudé a Granada además de la emoción de salir del nido (yo, que no me fui ni de campamento) pensaba en dejar atrás la cabalgata diaria de los tacones de mi vecina a horas intempestivas (Rezo para que sean tacones porque sino debe tener tendinitis en las pantorrillas de tanto hincar los pies) a su marido, que tendrá "poco espíritu" para saludar en la escalera pero hay que ver que sinfonías crea con el aspirador ¡alguien debería decirle para que se usan los cepillos que trae la dichosa maquinita! Por no hablar de miss tabacalera también conocida como Marisa (si, la de aquí no hay quien viva)porque ha hecho suyo lo de "un pitillo, un traguito de chinchón y a la cama" y que tiene el mérito de que todos los demás vecinos subamos las escaleras como si fueramos Marion Jones (ah no, que esa se dopaba), más que nada porque no se puede estar sin respirar más de diez segundos...

En mi nuevo edificio todo parecía normal, pero sólo lo parecía. Durante los tres primeros meses no me crucé con nadie ni siquiera en el ascensor, y mira que eso es difícil. Ruidos muchos pero gente ninguna. Y eso acojona. El primer inquilino que descubrimos fue al chino Kudeiro y familia, tras seguir la pista al saco de pan que aparecía por las mañana en el portal. Como era el mismo que vendía el chino de la esquina, atamos cabos en plan Colombo y ¡bingo!

Aquí todo es un tanto surrealista, un piano que sonó durante una semana y jamás volvió a sonar, y digo yo, que si era de un inquilino que ya no vive aquí, cómo coño se llevó el piano sin que nos diéramos cuenta, porque para eso se necesita un camión ¿no? y si la casa es suya ¿quién tiene un piano en una casa en la que no vive? (los millonetis no cuentan) pero para ruidos los del edificio de enfrente, el niño sevillista que no hace más que poner el himno de El arrebato una y otra vez a todo volumen, hace hasta los coros el "adorable pequeñín", y otra buena mujer con devoción por la música procesional, todos los días parecen Semana Santa ¡Qué cruz!

Lo último ha sido hace un par de noches, fuimos atacadas por una lluvía de garbanzos (y no es coña) al principio entre el sobresalto y el sopor pensamos que eran piedras, algún capullo desde la calle, pero no, tras una avanzadilla hacía el balcón descubrimos que eran garbanzos a discrección que venían desde arriba. Sólo hay un piso por encima, asi que no hay que ser muy avispado para descubrir que era...¡el vecino! Un vecino psicópata capaz de tirar legumbres a las cinco y media de la mañana, claro que yo no parecía mucho más cuerda en pijama subida a una silla, escoba en mano y golpeando el techo. Y me reía yo de lo del terror psicológico.


3 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

jajajajajajaja!!!! jajajajajaja!! aayyy que risassss!!!!!

pues que sepas que aqui la de arriba hace mudanza todos los dias, o eso parece, el poco espiritu a parte del aspirador pega unos ronquidos que... madre del amor hermoso!!!!!!!! jajajajajaja

y yo que tu le subia los garbanzos al de arriba y le decia: "tome, me parece que esto es suyo y no esta la cosa como para desperdiciar, que hay gente que se muere de hambre..."

jajajajajajajajaja... alaaaa.. muchos besos

PKE

14 de octubre de 2007, 19:45  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Madre mia ¡qué miedo!
como para pedir un poco de sal...
seguro que te da más miedo lo de la semana santa.

besos

18 de octubre de 2007, 23:59  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Dos cosas: primero, enhorabuena por las reformas de tu blog que cada vez está más tuneado. Me gusta lo de música y el contador de visitas; segundo, lo de tu piso se merece un relato y no precisamente cómico, más bien algo de ciencia ficción. Besitos

19 de octubre de 2007, 11:03  

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