viernes, 9 de febrero de 2007

Turquía


Una vez se ha enfriado el debate sobre la conveniencia o no de la entrada de Turquía en la Unión europea, es hora de hacer balance y responder a esta pregunta ¿Porqué Turquía no es Europa?

Empezando por la geografía, tan solo un 5 % de su territorio puede considerarse Europa (Tracia oriental) mientras que el 95 % restante, en el que habita el 93% de la población, corresponde a la peninsula de Anatolia, la parte asiática. Además es un país con grandes fronteras con Siria e Irak, y también con Irán lo que supondría poner la frontera de la UE en el mismo Afganistán.

La población de Turquía asciende a 73 millones de habitantes, mayor que la de cualquier Estado europeo con la excepción de Alemania, tanto peso por tamaño y población lo convertirían en el país más importante a la hora de tomar decisiones en la UE dado el funcionamiento de la comisión y el parlamento, a lo que hay que sumar que la parte de los fondos estructurales que le correspondería comprometería seriamente el presupuesto comunitario, y máxime con los problemas de cohesión derivados de la entrada reciente, de diez nuevos miembros.

La constante presencia del estamento militar en la vida política del país, que se considera guardián de la revolución kemalista (K. Atatürk 1923) es un rasgo claramente antidemocrático. El ejército ha intervenido con frecuencia, y de múltiples formas, en su mayor parte para salvaguardar la laicidad del Estado. Este rasgo que puede parecer asimilable dado su carácter laico y restaurador de la democracia no hace sino evidenciar que el peligro no es la religión sino el fundamentalismo en todas sus formas.

En términos económicos Turquía está lejos de las exigencias requeridas, su renta per cápita está en torno al 25% de la europea (la mitad del promedio de los nuevos miembros) su tasa de inflación supera el 20%, algo insólito en la UE y lo mismo sucede con el déficit presupuestario, los tipos de interés, etc...
También está lejos de tres exigencias "sine qua non" es posible su ingreso en la UE, estas son, el reconocimiento del genocidio armenio, la deportación y asesinato de cientos de miles de civiles armenios entre 1915 y 1917, que el gobierno turco niega persistentemente; La resolución pacífica de la cuestión chipriota. El tercio norte de la isla fue ocupado en 1974 por Turquía instaurando la República Turca del norte de Chipre, un estado de facto sólo reconocido por la propia Turquía. Y la tercera, el respeto de las minorías, en concreto la kurda, duramente represaliada y vejada por las autoridades turcas. Los kurdos viven en constante reclamación de su territorio , el Kurdistán, que tras el Tratado de Lausana fue repartido entre Turquía, Iraq, Irán, y Siria.

Hay que añadir a este abanico una consideración, Turquía es el principal aliado de Estados Unidos en la región, su colaboración militar es constante y de vital importancia, y hasta ahora Turquía siempre se ha mantenido fiel a los requerimientos de la primera potencia mundial. Hay que preguntarse, por tanto, porqué Estados Unidos, principal interesada en el fracaso de la integración europea, defiende sin fisuras la entrada de Turquía en el ámbito comunitario ¿No será un renovado caballo de Troya?

La construcción de la UE está basada, o eso se pretende, en lazos culturales históricos que en si constituyen una comunidad . Turquía no entronca con esa tradición que se limitaría a la importancia del enclave de Estambul.

Es indignante que frente a estos datos, Turquía esgrima el "prejuicio antiislámico" por parte de Europa para retrasar o paralizar las negociaciones de adhesión. Admitir a Turquía en base a argumentos oportunistas (como puede ser la necesidad de Francia o Alemania, que viven una recesión económica y que cuentan con múltiples intereses en la zona) es un error. Las negociaciones deberían pasar por acuerdos de colaboración privilegiada que podría responder a las expectativas de Turquía sin poner en peligro la fragilidad de la construcción europea.