La nueva película de Alex de la Iglesia es muchas cosas pero desde luego no parece obra del autor de "El día de la bestía" o "La Comunidad". Y a mi, lejos de creer que es una pérdida de identidad, me parece una renovación fascinante, primero por lo lejos que está de si mismo y segundo por hacer bueno algo que parece fácil pero que raras veces lo es: hacer una película de género a lo Edgar Allan Poe y no sucumbir en el intento.
La película es la puesta en escena del libro del mismo nombre escrito por Guillermo Martínez. Había leído el libro hace unos meses y, por eso mismo, tuve mis reticencias a acudir al cine a verla, porque el libro me pareció muy flojo y ya se sabe que las películas no suelen mejorar precisamente los originales en los que se basan. Me decidió la presencia de Leonor Watling (reconozco que es una debilidad personal) y que Alex de la Iglesia me parece uno de los mejores directores españoles.
La historia es sencilla, un estudiante estadounidense (Elijah Wood) acude a Oxford con la intención de que el matemático y profesor Arthur Seldom, interpretado magnificamente por John Hurt, sea el tutor de su tesis doctoral. Sus caminos se encontrarán cuando una anciana con la que ambos guardan una relación desigual aparezca asesinada. A partir de ahí, cábalas, pistas, y más muertes.
La cinta posee diálogos muy trabajados en un guión sin concesiones que hace trabajar al espectador y busca hacerlo cómplice en las deduciones; me seducen sus planos cortos y esa fantástica secuencia del concierto que recuerda a cierto cine clásico. También es de celebrar el largo plano secuencia que nos lleva al primer asesinato.
En conjunto me parece buena y, en algunos momentos puntuales, magnífica pero tiene fallas importantes, por mucho que me pese, el papel de Lorna (Leonor Watling) está metido con calzador, y a su personaje le falta química con Elijah Wood, aunque eso no es un problema de interpretación sino de casting.
